Fin del Mundo, pura ficción.
Con protagonistas inigualables, se estrena en Argentina una película donde el calendario Maya pone en acierto el día del juicio final.
Ya da lo mismo que sean extraterrestres, un terremoto, una inundación, el fuego solar, los neutrinos, una confabulación terrorista o desmoronamiento de la economía mundial. Ahora lo importante es ver qué es lo que pasa y cómo todo se va a hacer puñetas. Y de eso es un gran experto Roland Emmerich, que ha enfrentado a la humanidad a los alienígenas en “Independence Day”, al cambio climático en “El día de mañana” y al mítico ser prehistórico en la nueva versión de “Godzilla”. Todo un experto en el apocalipsis, y cuyas cábalas a veces resultan escalofriantes en su exactitud.
Con una estructura algo infantil y un guión lleno de trampas tan obvias que terminan por resultar complacientes para el espectador, Emmerich juega una vez más a acabar con la civilización, mostrando además de todas sus miserias, algunas de sus grandezas: resulta que la radiación del sol va a provocar que el núcleo terrestre se desestabilice y con ello grandes cataclismos que van a destrozar la humanidad. Tras enterarse de esta catástrofe, los gobiernos de todos los países deciden tomar cartas en el asunto e intentan conservar lo que podría quedar del hombre tras la hecatombe. Utilizando el año en que los mayas fijaron el fin de los tiempos, el discurso queda completamente diluido a raíz de los buenos efectos especiales que tiene la película.
Edificios en llamas, terremotos que abren brechas por la que caben autobuses, aviones, transatlánticos, casas e incluso barrios enteros, una verdadera barbarie. Uno casi no puede dar crédito a sus ojos cuando la secuencia que está viendo es superada con creces por la siguiente, en un alarde visual del “más difícil todavía”. Seguramente, éste es otro elemento (y argumento) perfecto para evitar la piratería, ya que “2012” no se puede apreciar en su totalidad y esplendor en una casa, por mucho plasma de 50 ni home cinema que valga. Esto hay que verlo en un cine, en un pantallón enorme y con un dolby surround que le tiemblen a uno hasta las ideas. Como dice la publicidad del film, “estábamos advertidos”.
Calificación: Buena
es un asco!!! una verdadera basofia!!!