Críticas de Espectáculos

La obra no es más que una aproximación dramática a través de la poesía. En un sitio que podría ubicarse en la memoria – la individual y la colectiva – y a su vez en ninguna parte.

Flamenco y poesía con aire de Lorca.

“Lorca, poeta de Tierra” es recreado a través del Flamenco de la mano de Julieta Cancelli, quién tiene a su cargo el texto y las canciones. La obra es esencialmente una sonoridad que a través de distintos instrumentos nos sumerge desde lo poético siendo una metáfora en movimiento a través de la manifestación del dolor espiritual.

Podría decirse que al unir todas las características que realiza tanto la danza con el texto, simboliza la gran metáfora de la poética de Lorca, y todas estas características se mueven a lo largo de toda la obra. Lo que hace Julieta está delimitado por estas particularidades, a pesar de ser objetos tan distintos. A pesar de las desigualdades, hay una transversalidad de esta metáfora que se mueve junto con el genio poético de Lorca, con sus temas y sus obras. De este modo se da una especie de línea constante propia de la voz cantada por Julieta, y por esa razón estas características constitutivas de una gran metáfora significan a grandes rasgos lo que es la poética de Federico García Lorca. La intérprete habla de un grito como una manifestación universal primitiva sin forma definida y puramente expresivo. El cante gitano sería un murmullo donde se deja oír ese alarido, y la poesía de Lorca la versificación de ese grito desgarrado, primera manifestación emotiva del ser humano.
La música, realzado principalmente por guitarra, percusión y viento es el sonoro atractivo de la obra realzando la ambientación del espacio que es acompañado por el canto, el texto y el baile que intensifican la crudeza poética de la obra, un recorrido encarnado en tres personajes centrales; Doña Rosita, Yerma y Mariana Pineda que anuncian la trama teatral de ésta propuesta.

Desde que comienza el espectáculo, Julieta Cancelli pone de relieve un acercamiento profundo a la poética desde el flamenco y la poesía a través de los diferentes instrumentos musicales de guitarra, viento y percusión (Maximiliano Bus y Ezequiel Ferrari), enriqueciéndolo con una cuidadosa plasticidad corporal. Es un espléndido instante de poesía visual enmarcada con el vestuario (a cargo de Julia Lado), la puesta y cambios de luces (Eugenia López) y la escenografía (Maximiliano Trento) que hacen de ésta obra la mejor función que mezcla la danza con la poesía, una fusión artística perfectamente esbozada.